6 abr 2010

El encanto del disparate

No resistí al encanto del disparate. Me gustaba creer que era parte de una historia inverosímil, de esas que acostumbraba a contarme, y tuve la intención de maravillarla cuando interrogó con insistencia acerca de mis motivos para verla y quererla, hasta el punto de mentirme a mi mismo por temor a perder su interés, por temor a incumplir el designio de los astros, tal cual ella entreveía.
Entonces, de ahí al desenfreno había un paso, un sueño forzado que acabó por hacerla desaparecer. Todo debió quedar en su exacta dimensión, un gusto, un guiño y no confundirse con otros afectos.

Angel